Malas prácticas en la recogida |
Su recogida ha de hacerse totalmente de forma
manual, con sumo cuidado, sin dañarla, sin golpearla
El color de la piel, el sabor y dulzor son los
criterios más utilizados por el agricultor para dar comienzo a su recolección.
La mayoría de las cerezas presentan, en su madurez, un color rojo/caoba intenso.
Muy importante es la cantidad de sólidos solubles, la cantidad de azúcar que
contiene su pulpa, que son los que determinan el dulzor. Esta propiedad se mide
en grados Brix, admitiéndose como de calidad apta aquellas partidas que
presentan un mínimo de 14 grados Brix.
Cerezas recogidas correctamente |
La cereza ha de cogerse del árbol sin la pérdida del pedúnculo, excepto la cereza picota, ya que de lo contrario se producirían heridas que serían aprovechadas por hongos y bacterias, acelerando así su pudrición.
Los operarios utilizarán cubos o cajas de
pequeño tamaño (no más de 8 kilos de capacidad), vaciándolos en cajas de mayor
volumen que serán transportadas posteriormente al lugar de selección y
almacenaje. Estas cajas deberán permanecer en todo momento en lugares de
sombra.
Otro aspecto muy valorado por los consumidores
es el calibre o grosor de las frutas. La normativa
española exige un calibre mínimo de 17 mm para las categorías I y II, y de 20
mm para la categoría extra.
Resumiendo, la cereza ha te presentar un buen
color, excelente sabor y un tamaño superior a los 17 mm.
La cereza, al contrario que ocurre con otras
frutas, no aumenta su grado de madurez una vez recogida del árbol. Por lo
tanto, ha de cosecharse en su punto óptimo de maduración y ser consumida lo antes posible.
A las frutas que siguen madurando tras su recogida (pera, manzana, melón, plátano, tomate...) se les denomina climatéricos. La cereza no lo es.
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